Si a cualquier persona se le pregunta qué es estética, funcionalidad y composición, seguramente no sabrá definirlo y crea que le están hablando en otro idioma, cuando en realidad siempre ha estado presente en el inconsciente colectivo, sea uno diseñador o no.
Pero, a pesar de que cada uno de los conceptos son muy subjetivos, habrán ocasiones únicas en las que la gran mayoría estén de acuerdo sobre si una imagen es excelente o pésima. Y se acentúa más si dicha imagen pretende transmitir valores como la seguridad y el prestigio de forma fallida, e incluso con humor involuntario.
El ejemplo claro más reciente fue por cortesía de las autoridades de aeropuerto Felipe Ángeles de Santa Lucía (bajo el nombre AIFA, S.A. de C.V.) quienes el 7 de abril de 2021, tras haber terminado la propuesta de logotipo, decidieron llevarla al IMPI (Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual) y registrar tanto el mencionado logo como la marca.

Hasta aquí todo bien. Lo que los autores de la propuesta gráfica nunca imaginaron (ni contemplaron a conciencia) fue la reacción de los usuarios en redes sociales, tanto a nivel nacional como internacional: desde aquellos que desaprobaron totalmente la propuesta, argumentando que era «de pena ajena», que no reflejaba el verdadero talento del diseño mexicano y que echaba por tierra el prestigio y la importancia de un proyecto nacional, hasta los que vieron al logo como chistoso y una excelente fuente de material para memes, sacando a flote al diseñador que llevaban dentro.



Pero, ¿en dónde radicó tanta burla y críticas? Las pistas son fáciles de encontrar al primer vistazo. Las iniciales AIFA apenas se distinguen, algunos elementos gráficos (como el avión y la torre de control, obvias referencias al aeropuerto, y el mamut, en alusión a los restos prehistóricos de dicho animal encontrados durante las excavaciones en las instalaciones) parecen arte sacado de Power Point, un exceso de texturas que se perderían al reproducirlas en espacios muy reducidos, y el uso del color.
Todo lo anterior sacudió al gremio de diseñadores profesionales, quienes no tardaron en reaccionar a tal acontecimiento. Influencers del medio, como el diseñador gráfico español Marco Creativo, subió un video en su cuenta de YouTube (el cual puedes ver aquí) explicando a la audiencia por qué es el ejemplo perfecto de lo que NO es un logotipo, analizándolo de pies a cabeza y con una evidente desaprobación opinando al respecto:

«El logo debe comunicar de manera muy rápida y sencilla, sin artificios. Y esto tiene artificios por todos lados.
Por su parte, a! Diseño, revista mexicana especializada en el ramo creativo desde hace 29 años, aprovechó la ocasión para ver el lado positivo y hacer una reflexión sobre la situación actual del diseño. A través de un interesante webinar transmitido en su página de Facebook (que puedes disfrutar dando click aquí), Antonio Pérez Iragorri, director de la publicación, reunió a profesionales consagrados en el medio.

Fernando Mercado, Presidente y CEO de Masterbrand Consulting, comentó al respecto:
«Las marcas no son del cliente, sino son del mundo… es una cosa viva que está todos los días creciendo, moviéndose.» «La estética va a balancear a la función. Tienen que estar equilibrados uno con el otro.»
Por su parte Gabriel Martínez Meave, diseñador gráfico y tipográfico, ilustrador y calígrafo, dió su punto de vista sobre el caso:
«Me parece que muchos ven el diseño gráfico (incluyendo diseñadores) como que el diseñador ya solo es un acomodador de elementos… no tanto de generadores de contenido, de función y de estética».
Juan Carlos Fernández, diseñador gráfico especializado en programas de identidad, habló sobre una de las verdaderas funciones del logotipo para el aeropuerto:
«El ejercicio es definir (a través del logotipo) cuál va a ser la experiencia en este lugar.»
Agustín González Garza, fundador y Director General de Garza Group, opinó lo siguiente:
«El rol de un diseñador es escuchar, procesar, inducir al programa de marca (incluyendo el logotipo) y generar una postura profesional que le ayude a nuestros clientes a entender que su marca será un activo de enorme valor, y que hay que hacer las cosas bien.»
Debido a la respuesta del público, Simón Levy, exsubsecretario de Planeación y Política Turística, a través de su cuenta de Twitter, lanzó un concurso de diseño en el cual ofreció pagar con viajes a China y a México a los ganadores, siendo hasta el 10 de mayo que dió a conocer a los ganadores por la misma red social.




De todo lo anterior se pueden sacar varias conclusiones, a mi punto de vista, tanto positivas como negativas:
- El ruido que causó esta polémica demostró el poder que puede contener una imagen para reunir a propios y extraños en el tema, reconociendo al mismo tiempo que un diseño nunca pasará del todo desapercibido, ya sea por cuestiones semióticas, estéticas o de contexto. Siempre dará de qué hablar si uno se propone a analizarlo a detalle.
- Tanto del diseñador como del cliente depende que una pieza gráfica comunique de manera eficiente. Debe ser el resultado de un buen trabajo en equipo. Si, por un lado, se cuenta con los suficientes conocimientos, habilidades y herramientas suficientes para sintetizar un concepto y hacerlo funcional, mientras que por el otro se entrega un brief bien estructurado y se tiene muy en claro la importancia que conlleva el proyecto y qué es lo que se quiere transmitir, el éxito del diseño estará asegurado y perdurará por mucho tiempo.
- Muchas veces la competencia entre colegas no es equitativa, pues mientras muchos estudios, agencias y freelancers buscan sustentar sus precios en demostrar todo el proceso que hay detrás de un diseño, y el valor que aportará su trabajo a la marca o negocio a mediano o largo plazo, otros tantos prefieren ofrecer lo mismo mucho más barato con tal de ganar clientes. Esto hace pensar al público en general que «diseñar es tan fácil y rápido que casi cualquiera lo puede hacer» cuando la realidad es todo lo contrario.
- En total se enviaron aproximadamente 11 mil 500 propuestas de diseño, de los cuales sólo 3 creativos recibieron premio. ¿Y qué pasó con el esfuerzo, el talento y el tiempo de los demás? Es necesario establecer reglas más justas en los concursos, de forma que todos los participantes no se queden con las manos vacías de no quedar en los primeros puestos.
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